¿Qué quiero ser cuando sea grande?

"Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él." Proverbios 22:6


Todo el capítulo de proverbios es una concreta referencia a las situaciones que a diario vivimos y como actuar frente a cada una, pero particularmente este versículo da un precepto muy claro, instruir, educar, enseñar todo lo que la palabra guarda y eso hace la diferencia.

Lo cierto es que en cada familia surge un tema permanentemente, que está formado por diferentes corrientes de pensamientos, ideas y experiencias. La educación en todos los aspectos, formales, morales y espirituales, al igual que los valores, son responsabilidad de los adultos. Muchos han padecido, más que la guía, la imposición a "que ser" de grandes, y "como ser".
El "que ser, viene más de la mano de un "quiero que seas tal profesional" y se evidencia en lo oral, pero el "como ser" muchas veces se enseña por los actos y el trato que damos y recibimos (lo cual no siempre percibimos que lo hacemos).
En lo particular, pienso que cada uno tiene un gusto, una preferencia y como padres, no tenemos que pararnos delante del árbol, sino ver el bosque y al respecto saber aconsejar y orientar. Eso se logra observando, escuchando y dialogando con los hijos. 
Enseñarles que la vida no es color de rosas, no es lo mismo que frustrarlos o confundirlos, pero tienen que aprender y conocer cual es la vida real. 
Educar con firmeza no es sinónimo de dureza en el trato. Mostrar sentimientos no es debilidad. Deslomarse o "matarse" para darles todo, que encierra netamente lo material, producirá la inevitable ausencia física. También alguien comentó en alguna charla "yo le hablo mientras reviso los sms" lo que determina que para estar plenamente presente, hay que brindar atención e interactuar. 
Es bueno enseñar que cuando nos equivoquemos, lo asumamos y pidamos disculpas por ello y que si tomamos el camino equivocado, podemos buscar el correcto.
Cuesta, pero no hay que hacer hasta lo imposible. Todos tenemos límites y lo importante es conocerlos. Uno de los primeros momentos en los cuales enseñamos a nuestros hijos a superarse, es en sus primeros pasos; pararse, caminar y caerse, volver a levantarse y así hasta tener pasos firmes y correr. Subirse a una silla o las temidas escaleras. En lugar de "No tocar los botones" del equipo de música, enseñarles para que son; Explicarles que no se toca el enchufe porque lastima o que la cuchara caliente quema. ¡Y en la escuela! felicitarlos por el "10", pero si hay un "4", alentarlos a superarlo y que nadie es menos capaz por tener esa nota. 

No ocultar la realidad es mostrarles que en la vida habrá aflicciones, padecimientos y también alegrías y gozo, pero que para todo es importante tener paciencia y la confianza en el poder de Dios, y es importante enseñarles (y aprender) que para cada paso o decisión que vayamos a tomar, primero esté la oración y luego la acción.

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