En Lucas 5:10 segunda parte del versículo, luego de la pesca milagrosa Jesus, le dice a Pedro: No temas, desde ahora serás pescador de Hombres. Luego de que los discípulos vieron el milagro, Jesús los encomendó. Es que luego de pasar por la puerta de las ovejas y ser redimidos, debemos compartir nuestra nuestra experiencia a otros para que ellos también conozcan la verdad.
En otra oportunidad, Jesús sanó al endemoniado gadareno, y en concordancia con ésta puerta, Jesus le dijo (Luc 8:39) "Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él." Jesús le dijo 2 cosas. La primera que se vuelva a su casa, es decir, volver a su familia, a su trabajo, a su barrio. Lo segundo es que cuente lo que Dios hizo con él. No le dijo que vaya a estudiar teología ni tampoco que estudie oratoria para hablar, ya que tiene que hablar con sus "conocidos".
Se relata que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo. Decidido a llegar a la cima, de pronto oscureció. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidades, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a sólo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida, pensaba que iba a morir... Sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos... SI, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.
En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar: ‘Ayúdame Dios mío...’ De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó: "¿QUE QUIERES QUE HAGA?" ‘Sálvame Dios mío’ ‘¿Realmente crees que te pueda salvar?’ ‘Por supuesto Señor’ ‘Entonces corta la cuerda que te sostiene... Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó...
Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda... a dos metros del suelo...
¿Y usted a qué está agarrado?
¿Qué tan confiado usted está de su cuerda?
¿Por qué no suelta la cuerda?
¿Qué tan confiado usted está de su cuerda?
¿Por qué no suelta la cuerda?
Algunas consideraciones prácticas.
- Para dar, primero hay que recibir. No podemos dar de lo que no tenemos. Por eso es necesario un encuentro diario en oración y en su palabra, para luego, cuando Dios nos presente oportunidad de compartir, tener qué decir.
- Para cosechar, primero hay que sembrar. No podemos pedir amor, sino sembramos amor. Mucho se habla de los resultados y de cómo lograrlos, de ser "exitosos" en la vida, de llegar. Pero yo encuentro que la Biblia habla de que el crecimiento lo dá solamente Dios (1 Corintios 3:6-8) y nuestra responsabilidad es sembrar como dice Eclesiastés 11:6, de mañana siembra y de tarde no dejes reposar tu mano, porque no sabes cual prosperará.
- Por último, Dios no dijo que las cosas cambiarían instantáneamente luego de que nosotros contemos nuestro devocional o lo que Dios nos habló. A veces pretendemos que el otro entienda cómo nosotros lo entendimos. Quizás sin darnos cuenta queremos que el otro vea las cosas como nosotros la vemos y es necesario recordar que eso no depende de nosotros, depende de Dios.
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